We’ve updated our Terms of Use to reflect our new entity name and address. You can review the changes here.
We’ve updated our Terms of Use. You can review the changes here.
supported by
Edwin Yunga
Edwin Yunga thumbnail
Edwin Yunga Realmente me he quedado impactado con los temas, una maravilla de álbum.
Recomendado
kuli14
kuli14 thumbnail
kuli14 Lograr conectar a través de la música con algún recuerdo, pueblo o vivencia, solo muy poco lo hacen y ustedes son uno de ellos...
Muchas Gracias
/
  • Streaming + Download

    Includes unlimited streaming via the free Bandcamp app, plus high-quality download in MP3, FLAC and more.
    Purchasable with gift card

      €12 EUR  or more

     

  • Record/Vinyl + Digital Album

    Includes unlimited streaming of HUAHUA via the free Bandcamp app, plus high-quality download in MP3, FLAC and more.
    ships out within 3 days
    edition of 200  29 remaining

      €28 EUR or more 

     

  • Full Digital Discography

    Get all 16 Il Laboratorio delle Uova Quadre releases available on Bandcamp and save 15%.

    Includes unlimited streaming via the free Bandcamp app, plus high-quality downloads of Cuchara de Palo, HUAHUA, Il Puma e gli Arconauti, Qena, Opera Selvaggia II - La Aventura del Moceño y del Trencito, Opera Selvaggia I - La Fábula del Pinquillo y de la Ispalla, Overdrive 2, Caza de Herodes, and 8 more. , and , .

    Purchasable with gift card

      €143.65 EUR or more (15% OFF)

     

1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
WIRES 02:20
14.
RAILWALK 00:41
15.
JUYANMARI 00:48
16.
WEAVING 03:03
17.

about

Yo fingí cerrar los ojos -imagínense, ¡no tenía ninguna gana de dormir!- y me quedé inmóvil por un rato, con los oídos bien abiertos, listo para abrir los ojos al más mínimo ruido… Después de poco tiempo, puesto que no escuchaba nada, entreabrí los ojos, seguro de encontrar a Abuelo donde lo había dejado; pero él ¡ya no estaba!
¿Cómo pudo desvanecerse en la nada? ¿Por dónde había salido, puesto que la puerta del cuarto chirriaba y todavía estaba entreabierta exactamente como antes?
Revisé el cuarto, sin bajarme de la cama, porque tenía un poco de miedo… Además la cama de arriba era un excelente observatorio. Todo normal: el tocadiscos con su disco, asomando; la lucecita anaranjada de la lámpara de noche, en su enchufe; nuestros bolsos hechos y nuestros vestidos para el día siguiente, en sus respectivas sillas; la gran mesa y los estantes sombríos. Todo eso era mágico. Estaba muy emocionado y no sabía qué hacer conmigo mismo. Luego me invadió una profunda ternura, recordando el encuentro secreto con Abuelo y, sobretodo, el hecho de que hubiera podido volver a verlo cada vez que hubiera querido y así, poco a poco, creo haberme dormido de verdad.

Al poco rato desperté nuevamente; pues, ya era de mañana. ¡La mañana del día más lindo de toda mi vida! Bajé saltando de la cama, colgándome de la baranda como me gustaba, en vez de estar perdiendo el tiempo con la escalerita roja, enganchada al pie de la cama y desperté enseguida a Raffaele, que no esperó un segundo llamado. Juntos buscamos debajo de la cama y ¡era verdad! Había un cofre de madera, parecido a un joyero con sus tachuelas, su tapa curvada, cerradura y todo. También tenía manijas para arrastrarlo, puesto que estaba bastante pesado y Abuelo nos había hecho el favor de dejarlo sin cerrar; por ende, después de colocarlo cerca la ventana, bajo la luz del sol, fue fácil abrirlo… Pero, antes de eso, cerramos la puerta, bloqueándola con el respaldo de una silla. Nadie tenía que saber de nuestro tesoro. Por cierto mamá y papá dormían todavía.

El cofre fue abierto y un intenso brillo dorado brotó de su interior. Estaba lleno de doblones. Aunque nunca había visto un doblón en toda mi vida, los reconocí enseguida. Se parecían a grandes medallas, con adornos en forma de rostros de perfil o de animales como leones y águilas. Llevaban inscripciones en torno y tenían los bordes repujados y moleteados. Sin embargo, no eran ni tan duros, ni tan pesados que se diga. Estaban hechos de un material desconocido para mí; ¡pero debió haber sido oro del más fino, por la manera en que brillaba! De hecho los doblones parecían iluminados por dentro y, al mismo tiempo, reflejaban la luz del sol, con un maravilloso juego de luces cambiantes, que terminaba directamente en el techo de la habitación. Eran muchísimos: un cofre lleno. Ni siquiera valía la pena contarlos.

Yo pensé: «¿Y ahora qué hacemos? » luego propuse a Raffaele que cada uno de nosotros cogiera uno de ellos, antes de volver a guardar el cofre debajo de nuestra cama marinera. Hubiéramos debido intentar -cada uno por su lado- cambiarlos en dinero, para así darnos una idea del valor del tesoro entero y, luego, transformar todo ese don de Dios en objetos de deseo infantil.
Hablando la verdad, yo -que era el mayor- no sabía a quien recurrir y tenía mucho miedo de ser estafado, robado o, incluso, ¡denunciado! Sin embargo, mientras, el doblón cabía justo en el bolsillo izquierdo de mi chaqueta cortaviento roja y, una vez cerrada la cremallera, nadie podía suponer lo que tenía allí adentro.
Sintiendo que el problema era demasiado para mí, en un comienzo, también había pensado comentárselo a mamá para que me ayudara a resolverlo; pero, ¡ni hablar! De revelárselo a ella, seguramente nos hubiera quitado todito nuestro tesoro para ir a depositarlo en el banco o, a lo mejor, para invertirlo a su manera, “para nuestro bien”, adquiriendo cosas como libros y ropa, de las cuales no nos importaba nada. No pues, debíamos mantenerlo oculto y ocuparnos de él solitos. Sí o sí. Además, era parte de nuestro secreto con Abuelo.

Entonces nos consultamos con Raffaele y coincidimos perfectamente en lo que nos quedaba por hacer. El cofre fue cerrado y desapareció mágicamente debajo de la cama, como si nunca hubiera existido. Los doblones que habíamos sacado terminaron, al toque, en un lugar seguro y nosotros dos empezamos a vestirnos como si nada, de tal manera que mamá nos encontrara listos para ir al colegio; después inventaríamos algo…
Hasta se nos ocurrió hacer nuestras camas (lo cual no hacíamos casi nunca) para evitar que, en nuestra ausencia, alguien las corriera, descubriendo así nuestro secreto: la caja llena de esos discos resplandecientes e historiados, todos nuevos flamantes, que tenían la forma y las dimensiones de los CDs (aunque de mayor espesor, compactos también en su parte central y decorados con bajorrelieves) y reflejaban la luz de la misma manera.

Quisimos hacer las camas, pero no hubo tiempo, porque la manija de la puerta se movió. Yo corrí a sacar la silla que bloqueaba el paso: era mamá con su bata de flores. En el instante mismo en que apareció en el umbral de la puerta, no sé cómo, me encontré de vuelta en la cama, debajo de las sábanas, todavía en pijama. Raffaele también estaba en su cama, muy despierto; pues, cuando me asomé desde arriba para mirarlo, me devolvió una mirada de complicidad. Bajé enseguida y, apenas estuvimos nuevamente solos los dos, me metí debajo de la cama, hasta desaparecer del todo. ¡Ya no había nada! Salí a duras penas, arrastrándome sobre la espalda y quise decir algo a Raffaele, pero él me previno: «¿Sabes qué? He soñado con que Abuelo había venido a visitarnos y tú también estabas y, los dos, conversábamos con él». Le dije inmediatamente: «¡Yo también tuve el mismo sueño!» y empezamos a hablar de Abuelo, de dónde estaba parado, de cómo estaba vestido y de todo lo que había dicho con creciente entusiasmo; pues, uno tras otro, ¡todos los detalles coincidían!

En cuanto al tesoro, él se acordaba sólo vagamente que Abuelo lo había mencionado, justo mientras se volvía a dormir, y eso era todo.

Por mi parte, me sentía decepcionado, cautivado y -lo confieso- un tanto aliviado por el hecho de que el tesoro ya no representase un problema; sino más bien, una emoción maravillosa que sólo había que custodiar en el corazón.
En fin, ¿es realmente posible tener el mismo sueño, en el mismo lugar y en el mismo momento? ¿Alcanzan dos niños para construir un hecho, una realidad, un mundo?
Por cierto, aquella vez, la validación de mi hermano bastó para abrir un frágil desgarro en el telón que divide la vela del sueño.
Por lo que concierne al tesoro que Abuelo nos regaló entonces, a posteriori, puedo afirmar que existía de verdad y todavía existe, ¡copioso! Sólo hay que abrir el cofre y servirse a sus anchas, sin empujar y sin pelear, ¡qué sí hay de sobra para todos!
Los discos son objetos sólidos, mas su valor no depende del material del que están hechos; es esa luminosidad interna la que no tiene precio. Magia pura.
Por mucho tiempo, Raffaele y yo, evitamos relatar los acontecimientos de esa noche a quien sea; también porque un sueño es sólo un sueño: un disco es sólo un disco; pero para con la Magia, no hay palabras.
Así nos fuimos al cole como todos los días.
Era a comienzos de Noviembre y había sol con lluvia.

Felice M. Clemente

_________________________


Io chiusi gli occhi per finta -figuratevi, non avevo nessuna voglia di dormire!- e stetti immobile per un po’, con le orecchie appizzate, pronto ad aprire gli occhi al più piccolo rumore… Dopo un po’, siccome non sentivo più nulla, feci gli occhi a fessura, sicuro di ritrovare Nonno là dove l’avevo lasciato e, invece, non c’era più!
Come aveva fatto a svanire nel nulla? Da dove era passato, visto che la porta di camera cigolava ed era rimasta socchiusa come prima?
Ispezionai la stanza, senza scendere dal letto, perché avevo un po’ paura… E poi il letto-di-sopra era un ottimo osservatorio. Tutto normale: il mangiadischi sulla sedia col disco ancora dentro che sporgeva; il lume arancione della lucetta attaccato alla presa; le nostre cartelle fatte e i vestiti per l’indomani sulle rispettive seggiole; il tavolone e gli scaffali scuri. Tutto questo era magico. Chiamai sottovoce Raffaele, ma non mi rispose. Ero emozionatissimo e non sapevo cosa fare di me stesso; poi m’invase un gran senso di tenerezza ripensando all’incontro segreto con Nonno e al fatto che avrei potuto rivederlo ogni volta che avessi voluto e così, poco a poco, credo di essermi addormentato davvero.

Di lì a poco mi svegliai di nuovo ed era già mattina. La mattina del giorno più bello della mia vita! Saltai giù dal letto, aggrappandomi alla balaustra come piaceva a me, invece di perdere tempo con la scaletta rossa, incastrata ai piedi del letto, e svegliai subito Raffaele, che non se lo fece ripetere due volte. Insieme frugammo sotto il letto ed era vero! C’era proprio uno scrigno di legno, simile a un cofanetto, con le borchie e il coperchio incurvato. Aveva anche le maniglie per trascinarlo, visto che era piuttosto pesante e Nonno ci aveva fatto il favore di lasciarcelo aperto; ragion per cui, appena lo avemmo spostato sotto la finestra, alla luce del sole, fu facile aprirlo… Ma prima chiudemmo la porta, mettendoci una sedia contro: nessuno doveva venire a sapere del nostro tesoro. Comunque, mamma e papà dormivano ancora.
Lo scrigno fu dunque aperto e un’intensa luce dorata scaturì dal suo interno. Era pieno di dobloni. Benché non avessi mai visto un doblone in vita mia, io li riconobbi subito. Erano come grosse medaglie, con decorazioni a forma di teste di profilo o di animali come leoni e aquile. Portavano delle iscrizioni tutto intorno e avevano il bordo sbalzato e zigrinato. Tuttavia, non erano né molto duri né molto pesanti. Erano fatti di una sostanza a me sconosciuta; ma doveva essere oro di quello fino, a giudicare da come brillava! Infatti, i dobloni erano come illuminati da dentro e, allo stesso tempo, riflettevano la luce del sole, con un meraviglioso gioco di riflessi, che andava a finire dritto dritto sul soffitto della cameretta. Erano tantissimi: un forziere pieno. Non valeva neanche la pena di contarli.
Pensai: «Adesso cosa ci facciamo?» poi proposi a Raffaele di prenderne uno per ciascuno e nascondere di nuovo lo scrigno sotto il letto a castello. Avremmo cercato -ognuno per proprio conto- di farcelo cambiare in soldi, per farci un’idea del valore del tesoro intero e, soprattutto, per poter poi trasformare tutto quel ben di Dio in oggetti del desiderio infantile.
Per la verità, io -che ero il più grande- non sapevo proprio a chi rivolgermi e avevo una gran paura di essere imbrogliato, derubato o addirittura denunciato! Ma, per ora, il doblone riempiva giusto giusto la tasca sinistra della mia giacca a vento rossa e, una volta che avessi chiuso la lampo, nessuno poteva supporre che era lì dentro.
Sentendo che la cosa mi superava, in un primo momento, avevo anche pensato di dirlo a mamma per farmi aiutare; ma poi avevo subito escluso l’idea. Se glielo avessi detto, infatti, era più che sicuro che ci avrebbe portato via il nostro tesoro per metterlo in banca o spenderlo a modo suo, “per il nostro bene”, acquistando cose tipo libri e vestiti, di cui a noi non importava niente. No, dovevamo tenerlo nascosto e occuparcene da soli. Assolutamente. E poi faceva parte del segreto tra noi e Nonno.
Confabulammo dunque con Raffaele e ci trovammo perfettamente d’accordo sul da farsi. Lo scrigno fu chiuso e sparì magicamente sotto il letto, come se non fosse mai esistito. I due dobloni che avevamo prelevato furono riposti alla svelta in un nascondiglio sicuro e noi due cominciammo a vestirci come se niente fosse, per farci trovare da mamma, pronti per andare a scuola, poi si sarebbe visto… Ci venne anche l’idea di rifare i letti (cosa che non facevamo quasi mai) per cercare di evitare che, in nostra assenza, qualcuno li spostasse e scoprisse così il nostro segreto: la cassa piena di quei dischi luminosi e istoriati, tutti nuovi di zecca, che avevano la forma e le dimensioni dei CD (anche se più spessi, compatti al centro e decorati in bassorilievo) e riflettevano la luce allo stesso modo.

Volevamo farci i letti, ma non facemmo in tempo, perché la maniglia della porta si mosse. Io mi precipitai a togliere la sedia che ostruiva il passaggio: era mamma con la sua vestaglia a fiori. Nel momento stesso in cui apparve sul vano della porta, non so come, mi ritrovai di nuovo a letto, sotto le coperte, ancora in pigiama. Anche Raffaele era a letto, sveglissimo e, quando mi sporsi di sopra a guardarlo, mi ricambiò con uno sguardo di intesa. Scesi subito e, appena restammo di nuovo soli, mi ficcai sotto al letto, fino a scomparire del tutto. Non c’era più niente! Mi tirai fuori a fatica, strisciando sulla schiena e feci per dire qualcosa a Raffaele, ma lui mi prevenne: «Sai, ho sognato che Nonno è venuto a trovarci e c’eri anche tu e ci parlavamo». Io dissi subito: «Anch’io ho fatto lo stesso sogno!» e cominciammo a parlare di Nonno, di dove stava, di com’era vestito e di cosa aveva detto con crescente entusiasmo, perché, uno per uno, tutti i dettagli combaciavano!
In quanto al tesoro, lui si ricordava solo vagamente che Nonno ne avesse parlato, proprio mentre si stava riaddormentando, ma niente di più.

Io ero deluso, affascinato e -lo confesso- anche un po’ sollevato dal fatto che il tesoro non fosse più un problema; ma solo una meravigliosa emozione da serbare nel cuore.
Insomma, è davvero possibile fare lo stesso sogno, nello stesso posto e nello stesso momento? Bastano due bambini per costruire un fatto, una realtà, un mondo?
Quella volta, la convalida di mio fratello bastò ad aprire un fragile strappo nel telone che divide la veglia dal sogno.
Per quanto riguarda il tesoro regalatoci da Nonno, a posteriori, posso affermare che c’era davvero e c’è ancora, abbondantissimo! Basta aprire lo scrigno e servirsi, senza spingere e senza litigare, tanto ce n’è abbastanza per tutti.
I dischi sono oggetti solidi, ma il loro valore non dipende dal materiale di cui sono fatti; è quella luminescenza interna che non ha prezzo. Magia pura.
Raffaele ed io evitammo a lungo di raccontare i fatti di quella notte a chicchessia, anche perché un sogno è solo un sogno; un disco è solo un disco; ma, per la Magia, non ci sono parole.
Così ce ne andammo a scuola come ogni giorno.
Erano i primi di novembre e c’era il sole con la pioggia.

Felice M. Clemente

__________________________

HUAHUA (Original Motion Picture Soundtrack)

credits

released August 7, 2023

license

all rights reserved

tags

about

Il Laboratorio delle Uova Quadre Rome, Italy

Il Laboratorio delle Uova Quadre es una institución musical nacida en Roma (Octubre 2006) con la misión de recoger y elaborar el legado artístico y cognitivo de la asociación cultural Trencito de los Andes.

contact / help

Contact Il Laboratorio delle Uova Quadre

Streaming and
Download help

Redeem code

Report this album or account

If you like Il Laboratorio delle Uova Quadre, you may also like: